miércoles, 26 de agosto de 2020

Primer despertar

Hoy la valentía es un recuerdo nítido, postal de aquella noche de desvelo donde intenté todo, incluso acobardarme. Andá a saber qué hora era. Yo comí con hambre y en un horario raro, no sé si por las costumbres de la familia de Gabriel o porque era verano.

Hasta esa noche, yo siempre había dormido en mi cama. Me acomodaba de costado para mirar la tele que mi hermano monopolizaba por ser el más grande.

Esa noche tenía calor con dos frazadas, y sentía el pecho transpirado. Gabriel se durmio automáticamente después de tomar helado, y yo quedé a merced de la luminosidad que se colaba por la ventana, dejando entrever las siluetas de lo que había en la habitación. 

Di vueltas en la cama durante algunas horas hasta decidir que solo yo podía juzgarme, pues hasta entonces sentía que me reprenderian ni bien me destapara, y salí sigilosamente al patio para encontrarme con la luna llena.

Jamás había visto u oído hablar de las luciérnagas. Un halo de insectos iridiscentes formando un camino de aire que que se extendía hacia algún horizonte que decidí perseguir. 

El camino de las luciérnagas me condujo bosque adentro, y me abrí paso hacia ahí donde ya ni se veían las luces de las casas y solo se escuchaba el cuchicheo de los animales. 

Paré a descansar en el árbol más grande, y crucé miradas con lo que hoy llamo una lechuza. Tenía sus ojos clavados en mí. 

Ella notó que yo no iba a hacerle daño, y se acercó pausadamente. Me habló, marcandome un camino.

Yo la seguí por entre los arbustos, ella cazó un bicho alado y juntas compartimos el festín bajo una luna inmensa que para mí marcaba la luz del día.

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Sometimes YOU have to be your own hero