dedicado a Fátima
cien poemas escuchándola
ahora que paso todo el tiempo en casa, soy testigo de los enriedos mentales de mi madre.
quien contempla por suficiente tiempo al abismo, dicen, termina por convertirse en él.
me enseñó a quitarle la humedad a cuatro paredes y un techo solamente con un pequeño cepillo. soló tomó una mañana. una habitación vieja, venida abajo, otrora habitada por mi abuela, que ahora ya no lo parece tanto porque está blanca, brillante y huele a lavandina.
una por una, cada cual con su papel de diario y con detergente, limpiamos los vidrios de las habitaciones de la casa.
de todas formas, lo que más me gusta a mí es todo el tiempo libre que tengo. mi momento preferido es echarme panza arriba cuando es de noche y hay silencio, cómo extraño el silencio. cuando llega lo valoro mucho, con la luz apagada y el reflejo de la noche que se cuela por la ventana.
últimamente viene mucho a mí él recuerdo de Fátima leyendo un poema mientras va pidiendo perdón por leerlo
con la fragilidad de un mundo que implosiona.
un bar pequeño, pero lleno. un silencio casi completo, y el progresivo apagarse de los murmullos.
todos se dan cuenta de a unx y van poniendo su atención ahí,
algunxs preguntándose si llegaron tarde.
estos dias estoy leyendo la peste de camus, habitando la ídem.
cada día a eso de las nueve de la noche es la hora de extrañar para mí.
una danza de saudades y nostalgias, una marea alta en el vientre.
lo que se terminó, y lo que volverá transformado.
ahora guardo las cabezas de las cebollas de verdeo, las pongo en agua para que rebroten,
pienso que podría abastecer de verdura cultivada en casa un microuniverso entero.
en tiempos donde otras personas esperan otras pastillas, yo sigo queriendo la de chiquitolina,
cómo no amarla con ese nombre, y qué ganas de darle un abrazo al Chavo del 8,
cómo estará sobreviviendo ahí adentro del barril, cómo procurará su torta de jamón.
cuando termine la cuarentena y vuelva a tener charlas sinceras con otras personas, les voy a contar que muy bien en familia, que nadie se suicidó, que escribí tres relatos.
madre dice que para los viejos cada día es un día perdido
yo le digo que no sea derrotista, ni que estuviéramos viviendo en el último episodio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario