Un bosque, un reflejo de la pulsión de vida que hace girar al mundo. Un paisaje de árboles, flores, una laguna, y un cuerpo muerto que yace en pausa adentro del agua. Parece ajeno, solamente porque tiene ropa, ropa humana, de época, de cultura.
La muerte no desentona en el paisaje de la vida. Los ojos ya ausentes de ritmo aún devuelven los latidos de quienes lo miran. La muerte no se ve ajena en el paisaje de la vida; la ropa, a la distancia, sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario