La miel de verano se sirve con tenedor
para que caiga al
mate así, de una.
Tu piel rebotando
contra el sol me hace
flashear que el
astro va a derretirse de a poco.
Con el estruendo de
un deshielo
bostezás de sueño
narcótico, las noches
completas enganchada
y enganchado a
las posturas de los
aspirantes al Valhalla.
Entonces yo me clavo
sesenta y cinco espinas
en los talones
cuando salgo descalzo monte arriba
para buscarte la
blusa.
Se nubló, tenés
frío, y yo mastico la contradicción
de seguir apoyando
en tu par de tetas
toda la poesía que
le falta al viejo mundo.
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