siento el vértigo lindo de estar lejos y de aventuras,
y el cariño de Vi cuando nos acostamos juntos.
respiro perfección por inercia porque me rodea el monte
aún cuando me frustro al no encontrarle pelo al huevo.
garrapatas al gato, eso si; quitárselas y ver el transformar de su piel.
Caduceo y las serpientes sanadoras.
la escarcha blanca antes de las mañanas, la tierra que se congela autoregulándose, como las heladeras modernas.
en mis tiempos, digo que la cosa era distinta,
ser valiente iba por otro lado,
se andaba más solitario, menos solo.
me emociona reencontrarme con Eva,
está gigante, exponencial,
y trae zapatillas que tiran luces.
a ella le llamó la atención
como a nadie
-como a mí-
que la pileta amaneciera congelada.
entonces gritó de risa
después me dijo
-vamos a romperlo
-a qué
-al hielo
y salió corriendo
segura de que iría atrás de ella.
empezó un galope por las escaleras
aminoró apenas la marcha y dijo
-con cuidado
arrebatandome el diálogo
justo antes de desaparecer
dejando flúo un resplandecer
por sus zapas que viajan a toda marcha.
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