martes, 26 de mayo de 2020

mi objeción ante la vida es que es una pésima negociadora. una madre sobreprotectora de la muerte que se queda con todo menos con la chatarra.

después de tres falsos despertares, abrí los ojos bañado en sudor cuando el cielo estaba blanco, casi amanecido. mi sueño era olvidarme hasta del olvido, pero cuando todo empezó de nuevo, yo seguía ahí.

vos te fuiste a ser vacío, y dejaste nada más que un mundo en resaca.

igual me levanto. me lavo la cara. mantengo la rutina: de los dientes limpios, del culo lavado, del papel al cesto. pongo la pava. preparo el mate que prefiero que sea de madera pero ya no tiene sentido, busco la yerba que me gusta pero ya no tiene sentido.

enciendo una vela, me siento y empiezo. rezo por vos, en un principio. ofrezco mi canto a exú para que lleve tu alma a casa. después me olvido; confundido, pido por mí y por los que quedamos acá, viviendo y muriendo para sostener este teatro tácito.

canto, y canto hasta estar en trance, canto para estar en trance y conversar con las nubes. mis ojos son de tambor y mis pies caminan por la boca. atravieso la selva inmensa abriendo caminos. me inundo tanto de verde que hasta puedo oír mi voz como llegando desde afuera.

me olvido triunfante hasta que los rayos del sol llegan al interior de la casa y me despiertan del letargo. con los labios secos, me digo: acá estoy, soy una llama tímidamente prendida. todavía intento alumbrar la tuya, y cae sobre mí el recuerdo de este presente fatídico.

quiero llorar pero gasté todas mis lágrimas. arrojo el tambor con bronca y me quiero ir pero no me puedo levantar. espero hasta que se me despiertan las piernas, y salgo de ahí, dejando todo como está. no me lo quiero decir, pero en el fondo ya lo sé. camino hasta la entrada, destrabo las dos puertas y salgo a la vereda. noto todo lo que podría regar, pero elijo no hacerlo. allá afuera, todas caras desconocidas.

vuelvo a entrar. atravieso la casa y voy al baño. me siento en el inodoro. me seco el sudor de la frente. ejecuto el truco de la canilla del agua caliente, que está falseada. desde hace siete días, soy oficialmente la única persona que sabe abrirla y cerrarla. me seco las manos, secas como mi garganta. salgo del baño y vuelvo al gran cuarto. qué largo, qué frío está el otoño. relojeo la cama, y está destendida de un solo lado. el piso muestra todavía una pequeña llama sostenida sobre un río de cera. la escena entera forma parte de un ritual que se me terminó cuando dejé de creerle.

...abre os caminhos
salve as porteiras...

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