Acá llueve. Como si el propio
agua lo forzara, llueve. Como
desfondando las nubes.
Hacía calor, el ambiente era
denso,
eso hacía media hora,
ahora
llueve.
Llueve
y lava. La tierra,
la mierda, los papelitos,
lo estancado
llueve,
y se lava.
Gracias.
Yo agradezco cada vez que llueve
y me encuentra
bajo techo, resguardado
sabiendo que no siempre
lo estaré.
Y me río.
Desde adentro de mi casa,
mientras miro
pensativo
y sonrío
porque
habiendo tanto revuelo
tanto pájaro
revoloteando
tanto bicho
sin más hogar
yo me paro
abajo de una plancha de
cemento
y ni me entero
salvo por la brisa
que intenta enfríar
el concreto.
Por el agua
que me riega
si me asomo
bajo mi propio
riesgo.
Por la humedad.
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